sábado, 12 de diciembre de 2015

Huellas del símbolo del Eje Polar (II)


El Árbol como Axis Mundi. Izquierda: Yaxché, árbol sacro de los mayas. Centro: El Irminsul de los germanos, el Esche, el árbol-runa Man. Derecha: Representación del árbol sagrado del hinduismo, sobre el Huevo del Mundo, con el movimiento de los tres soles.


En la entrada anterior (8 de Diciembre de 2015) se hizo un sucinto esbozo del símbolo del Eje Polar como Árbol del Mundo, encontrándose representaciones de esta figura primordial en América como Europa. Es, en realidad, una representación ideográfica arquetípica, eco de una imagen invisible, la Columna-Vertebral, el Eje del Mundo, proyectándose sus extremos en los polos.

De allí su conocimiento preservado precisamente por los pueblos polares a lo largo del tiempo y sus ciclos. Como ejemplo de esto, las representaciones del Axis Mundi como Árbol del Mundo se descubre en una misma figura entre grupos de India, Germania y el Anáhuac: Se trata, respectivamente, del árbol sagrado del hinduismo, representado sobre el Huevo del Mundo, con el movimiento de los tres soles; el Irminsul germano (Esche), como ideografía-emblema de la Divinidad; y por último, el árbol sacro de los mayas, el Yaxché.

En el mundo precolombino, una clave de este conocimiento se encuentra plasmada de manera figurativa en la foja 1 del Códice Fejérváry Mayer donde dentro de la riquísima simbología de la América Central basada en símbolos, figuras y colores, se puede apreciar el árbol-eje del mundo en cada una de las cuatro esquinas del cielo. Cada una de estas figuras simbólicas del árbol se encuentra sostenida por los baacab a ambos lados. En términos espaciales es un plano cósmico reflejado en la superficie de la Tierra, y en cuyo centro se ubica una deidad guerrera y solar.

Foja 1 del Códice Fejérváry Mayer donde se puede apreciar el árbol-eje
del mundo en cada una de las cuatro esquinas del cielo.


Adviértase que esta figura es en esencia un símil del árbol-runa Man. El Árbol de la Vida y del Conocimiento de los pueblos arios.

Rafael Videla Eissmann
12 de Diciembre de 2015


* (Los textos de http://losvikingosenamerica.blogspot.com/ son exclusivos.
Se prohíbe su reproducción).

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Huellas del símbolo del Eje Polar (I)


El Yaxché, el Árbol del Mundo de la tradición mesoamericana, estampado en el Códice Madrid.


En la tradición indogermana, el Irminsul (Irminsäulen), es el Árbol del Mundo. Figura-símbolo inmutable que evoca el eje polar, la Columna Invisible, es reflejo al mismo tiempo del Árbol Cósmico (Véase http://losvikingosenamerica.blogspot.cl/2014/11/irminsul-el-arbol-del-mundo.html). 

La figura de este símbolo se caracteriza por una columna-tronco del cual se extienden dos ramas o brazos paralelos y en sentido ascendente.

Posiblemente, una de las escasas representaciones originales del Irminsul se encuentre en Externsteine, en el Bosque de Teutoburgo, en Ostwestfalen-Lippe, Alemania, donde un altorrelieve describe al fresno sagrado doblado, acaso como indicador de la irrupción de los guardianes de la fe monoteísta; otra representación del Árbol del Mundo se halla en la iglesia de San Pedro en Obermarsberg, también en Alemania.

 Izquierda: Altorrelieve del Irminsul en Externsteine, en el Bosque de Teutoburgo, en Ostwestfalen-Lippe, Alemania. Derecha: Representación lítica del Irminsul en la iglesia de San Pedro en Obermarsberg, Alemania.

Un  aríbalo de la cultura Arica, en el norte de Chile.

Representaciones líticas del Irminsul descubiertas por Arthur Posnansky en Tiahuanaco,
la metrópolis de los viracochas.

Una manta prehispánica de Sihuas, en el Departamento de Áncash, Perú.


Ahora bien, la iconografía prehispánica ha preservado innumerables ejemplos del Irminsul, el Eje Polar. De esta manera, diversas representaciones ostentan el símbolo, desde el cono austral del continente hasta Norteamérica. Así se descubre en el fabuloso arte petroglífico, en aríbalos, ceramios y textiles y coronando, en ocasiones, las cabezas de dioses y hombres-dioses.

Un significativo ejemplo en la América Aborigen se encuentra en la Foja 53 del Códice Borgia y en las fojas 41 y 42 del Códice de Madrid donde se descubre al Yaxché, el árbol sacro de las culturas mesoamericanas, esto es, el Eje del Mundo, elevándose desde el cuerpo de la Madre-Tierra.

La similitud del Yaxché con el Irminsul es sencillamente extraordinaria e indica su procedencia de una fuente común.

Quizás como ilustración de su vasta antigüedad, conviene señalar que no se encuentran tradiciones americanas conocidas sobre este símbolo, salvo en determinadas excepciones. Por ejemplo, una antiquísima tradición preservada por los juruna de Xingú, en Brasil, hace referencia a un poste bifurcado, es decir, al símbolo del eje de la Tierra, que al ser derribado ocasionará el “fin del mundo” o la próxima Gran Catástrofe, el Götterdämmerung:

Sinaa fue el antepasado felino de los juruna, una tribu india de la región del río Xingu, en el Brasil. El padre de Sinaa fue un gigantesco jaguar, y su madre, una mujer.

Por alguna razón desconocida, el padre y el hijo tenían los ojos colocados en la parte de atrás de sus cabezas. Sinaa era muy viejo “pero volvía a ser joven cada vez que tomaba un baño y se despojaba de la piel por encima de la cabeza, como un saco”.

El fin del mundo sobrevendrá, según los juruna, cuando Sinaa decida derribar el enorme poste bifurcado que sostiene el cielo.

Algunos de los petroglifos del sector I-A de Pusharo, en las riberas del río Palotoa,
en el Parque Nacional del Manú, en Perú.

Un ídolo labrado en oro procedente del actual territorio colombiano,
con la estilización del símbolo del Árbol del Mundo en su cabeza.


La ausencia de información sobre este símbolo en el mundo prehispánico, se debe también al hecho de constituir un conocimiento hermético, sagrado e iniciático el cual, ciertamente, no podía ser transmitido a individuos ajenos a la propia iniciación entre los aborígenes, ulteriormente los indígenas y por supuesto, luego con la irrupción de los europeos del Descubrimiento y la Conquista y de sus monjes y evangelizadores, los despiadados agentes que buscaban destruir los vestigios de los Dioses Blancos. De allí, entonces, que este conocimiento y su origen sólo haya sido preservado como un signo mudo, un símbolo comprensible sólo bajo la luz de la Tradición Sacra, es decir, la tradición polar de los Caminantes del Alba.

Rafael Videla Eissmann
8 de Diciembre de 2015


* (Los textos de http://losvikingosenamerica.blogspot.com/ son exclusivos.
Se prohíbe su reproducción).