martes, 25 de diciembre de 2018

Sabiduría preamericana


 Cubierta de Los precursores de la imprenta (2017).


Tres estudios desarrollados por Ruth Rodríguez Sotomayor han sido publicados en España. Ellos son: Los precursores de la imprenta (ACCI [Asociación Cultural y Científica Iberoamericana], Madrid 2017), La sabiduría en Preamérica. Un estudio sobre el yoga primigenio: El yoga preamericano (ACCI [Asociación Cultural y Científica Iberoamericana], Madrid 2017) y Relaciones ancestrales de Preamérica y Egipto. El runa simi en Egipto. Análisis de la fonética de los nombres egipcios (ACCI [Asociación Cultural y Científica Iberoamericana], Madrid 2018).

Una aproximación a la labor de investigación de esta excepcional investigadora fue esbozada en Preamérica: El origen de la civilización indo-germana (http://losvikingosenamerica.blogspot.com/2017/02/preamerica-el-origen-de-la-civilizacion.html) y en Bibliografía selecta de Ruth Rodríguez Sotomayor (http://losvikingosenamerica.blogspot.com/2017/02/).

Cubierta de La sabiduría en Preamérica. Un estudio sobre
el yoga primigenio: El yoga preamericano (2017).

Cubierta de Relaciones ancestrales de Preamérica y Egipto. El runa simi en Egipto.
Análisis de la fonética de los nombres egipcios (2018).


En su conjunto, los estudios de Ruth Rodríguez Sotomayor vislumbran la sabiduría continental y el rol civilizador del sustrato americano original proyectada hacia otras latitudes.

Es la misma concepción plasmada en los estudios de Emeterio Villamil de Rada, Francisco P. Moreno y Roberto Rengifo, entre otros sabios conocedores de la verdadera historia de América.

Nuestro reconocimiento y apoyo a la fructífera labor de Ruth Rodríguez Sotomayor.

Rafael Videla Eissmann
21 de Diciembre de 2018

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jueves, 20 de diciembre de 2018

Entrevista a Ruth Rodríguez Sotomayor


La incansable investigadora Ruth Rodríguez Sotomayor.


Entrevista a la investigadora de origen ecuatoriano Ruth Rodríguez Sotomayor realiazada en el mes de Febrero de 2018:



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lunes, 10 de diciembre de 2018

El origen de los mayas y las migraciones de los preamericanos


Singular representación antropomorfa maya.


Disertación de Ruth Rodríguez Sotomayor sobre el origen de los mayas y los movimientos migracionales a escala global del sustrato civilizador americano:



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sábado, 1 de diciembre de 2018

Migraciones preamericanas 12.000 A. N. E.


Representación escultórica de una deidad maya-tolteca descubierta
en Chichén Itzá, México.


Conferencia de Ruth Rodríguez Sotomayor en torno a las remotas migraciones preamericanas  a distintas latitudes, la cual tuvo lugar en el Congreso Internacional de Sintergética del año 2017:



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lunes, 26 de noviembre de 2018

La “controversia” de Tatunca Nara


Ideografías de los ugha mongulala.


Ciertamente, los expositores de la historiografía ortodoxa que conocieron de La Crónica de Akakor. Relatada por Tatunca Nara, jefe de los ugha mongulala (“Die Chronik von Akakor. Erzählt von Tatunca Nara, dem Häuptling der Ugha Mongulala”, 1976) de Karl Brugger, rechazaron la existencia de los ugha mongulala debido a determinados campos expuestos por Tatunca Nara: En primer lugar, el arribo de los dioses desde el firmamento y su rol civilizador. En segundo término, las características étnicas de los ugha mongulala descritos por Tatunca Nara como “blancos y altos”. En tercer lugar, la antigüedad de este grupo –±12.000 años–, el cual se vio expuesto a una Gran Catástrofe que motivó su traslado a la formidable Akakor, la Ciudad de los Dioses. Por último, el hecho que la única fuente que da cuenta de su existencia es el propio Tatunca Nara.

La “controversia” y el ulterior proceso de descrédito y difamación a la cual se ha visto expuesto Tatunca Nara se explica, precisamente, por los fundamentales cuatro campos delimitados. Es decir, la presencia de dioses arribados desde las estrellas es un suceso que contraviene la imposición cientificista del origen en África del hombre junto a la mácula evolucionista y, en consecuencia, la base de la presumida historiografía, arqueología y antropología “oficial”.

Mas, la tradición de los ugha mongulala referida por el cacique blanco sobre los dioses, las características étnicas de un sustrato precolombino –los indios blancos (véase al respecto http://losvikingosenamerica.blogspot.com/2012/11/el-misterio-de-los-indios-blancos.htmlhttp://losvikingosenamerica.blogspot.com/2014/11/sobre-el-origen-de-las-momias-rubias.html y http://losvikingosenamerica.blogspot.com/2015/09/huellas-de-los-indios-blancos-en-los.html– y su antigüedad como también la tradición de los procesos catastróficos cósmico-planetarios (véase http://losvikingosenamerica.blogspot.com/2012/12/la-cosmogonia-glacial.html, http://losvikingosenamerica.blogspot.com/2013/12/centenario-de-la-cosmogonia-glacial-la.html  y http://losvikingosenamerica.blogspot.com/2018/07/esquema-cosmoglacial.html), se enmarca perfectamente con la tradición mítica –el Mythos Legein– de la América prehispánica –y por cierto de la Europa precristiana, de Mesopotamia y de Asia–. Ecos de ello son los hówen de los mitos selk’nam de Tierra del Fuego; los antuipanko del sustrato lituche-araucano del Chili Mapu; los huaracocha-viracochas de Tiahuanaco y del mundo andino en general; Bep-Kororoti en diversos grupos amazónicos; la “Gente de las Estrellas” de la leyenda venezolana; los kukulkanes y quetzálcoatls en Mesoamérica y los katchinas en Norteamérica, entre otros ilustrativos ejemplos.

En realidad, no hay “controversia” alguna sino descrédito pues este sustrato cultural se opone a la “historiografía oficial” de América y sus habitantes.

La tradición de los ugha mongulala comunicada por Tatunca Nara –que afortunadamente ha sido conocida por  nosotros– es auténtica.

Rafael Videla Eissmann
25 de Noviembre de 2018



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jueves, 22 de noviembre de 2018

Roberto Rengifo sobre la “cuna de los chiles”


Detalle del mapa de Orenteus Finaeus de 1532 en el cual se aprecia
la Terra Australises decir, la Antártida, la cuna de los chiles.


El profesor Rengifo, autor de la magna obra El Secreto de la América Aborigen (1919), traza las fundamentales premisas del mito americano aborigen en torno al origen polar antártico del hombre y el desarrollo de la civilización de sur a norte


Fijándose bien en los versos de La Araucana de Ercilla, que dicen:

«Chile, fértil provincia y señalada
en la región antártica famosa
de remotas naciones respetada
Por fuerte, principal y poderosa
… … … … … … … … … …

Se deduce que era famosa, principal y respetada de remotas naciones, por las razones de fuerte y poderosa; pero falta saber hasta dónde podía llegar en aquellos tiempos, sin medios de transporte, la acción del fuerte, para que se la respetara. Yo creo, que así como el imperio inca no pasó militarmente de Quito para el norte, ni de Cuyo para el sur, y como los aztecas no pasaron del istmo, por militares que fueron ambos; los chiles no debían ser temidos más allá del Cuzco, en proporción. Sin embargo, la insistencia de Ercilla, en los primeros versos de su poema, sobre lo famosa, respetada y principal, manifiesta una excepción o condición muy especial, que no podía provenir sólo de su capacidad agresiva, que con los incas quichuas y los españoles se vió, que era más bien defensiva su aptitud guerrera.

Yo pienso, ahora que he creído descifrar parte de sus escritos, que al ser conocida y respetada, le venía principalmente por haber sido el centro u origen de las primeras civilizaciones que se esparcieron por el continente, marchando de sur a norte hasta México, y, progresando en lenguas y cultura con la distancia y los siglos. Se ve que la lengua  se formó completamente en Chiloé y Llanquihue entre los huilliches (Cañas Pinochet), y que así como el salvajismo aumenta hasta el Cabo de Hornos, la cultura se ve, a pasos, alcanzar de sur a norte el grado que manifiestan las ideas escritas en el Chalinga. Natural es que de aquí siguiera la misma dirección y progreso hasta el Titicaca y, desde ahí para adelante se estancara en la zona tropical, excepto en las alturas andinas, y tomara nuevo vigor en el mar Caribe, arribara a Yucatán y siguiera más allá de México.

El arte de navegar es innegable en esta región y también lo es y lo fue en la de Chiloé, facilitado en gran parte por la corriente de Humboldt en su avance de sur a norte. De este modo la misma emigración chilena, puede haber alcanzado en los más primitivos tiempos, las dos costas de Norteamérica y haberla poblado.

Roberto Rengifo
El Secreto de la América Aborigen
(1919)


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jueves, 15 de noviembre de 2018

El “Ídolo del Mirador del Gringo” y los monumentos megalíticos de Santo Domingo


 El así llamado Ídolo del Mirador del Gringo en Rocas de Santo Domingo.
Es en realidad, un dolmen.


Siguiendo las ideas esbozadas en La Piedra del Sol de Santo Domingo http://losvikingosenamerica.blogspot.com/2018/11/la-piedra-del-sol-de-santo-domingo.html en torno a los vestigios de esta zona costera del Chile central y sus orígenes, cabe destacar que existen además otros monumentos megalíticos, a saber: La Piedra de la Luna, el así denominado Ídolo del Mirador del Gringo y al menos dos animales totémicos: Una tortuga y un ave.

La Piedra de la Luna o Piedra Intermedia –hoy desaparecida–, era otro menhir y cumplía la función de enlace entre el Sol y la Piedra del Sol en este conjunto costero.

La unión entre estos puntos era similar al sistema de ceques del mundo andino.

Por otra parte, el Ídolo del Mirador del Gringo presenta gran similitud con los dólmenes indogermanos. Se trata en el caso de Santo Domingo del agrupamiento de un conjunto de bloques en cuya parte superior se encuentra una gran roca cuya base es lisa.

Los animales totémicos de la zona –a diferencia de la Piedra del Sol, la Piedra Intermedia y el Ídolo del Mirador del Gringo– aun cuando parecieran naturales, no se debería descartar su posible función mágico-religiosa precisamente por tratarse de plasmaciones en la Naturaleza ya que ambas especies son animales sagrados y solares en el sustrato cultural americano.

Detalle de la tortuga en Rocas de Santo Domingo.

Detalle del ave en Rocas de Santo Domingo.


La observación realizada por Óscar Fonck Sieveking sobre una cultura más elevada o pueblo misterioso como responsable de los monumentos megalíticos de Santo Domingo es pertinente. Los autores son el sustrato original de América-Huitramannaland. Es decir, la civilización primigenia de los Dioses Blancos la cual se vio enfrentada al último Gran Diluvio o Tripalafquen que tuvo lugar en torno a 12.900 años.

Los sobrevivientes de este magno proceso fueron conocidos en el portentoso lenguaje del mito como lituches, esto es, los hombres primitivos o del principio”.

Rafael Videla Eissmann
10 de Octubre de 2018


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sábado, 10 de noviembre de 2018

La Piedra del Sol de Santo Domingo


La Piedra del Sol de Rocas de Santo Domingo. Un monumento de la raza primigenia.


Dada a conocer inicialmente por Óscar Fonk Sieveking en 1964 y luego en su obra Construyamos arcas (1965) como Intihuatana, es decir, “lugar donde se amarra al Sol” debido a su similitud con algunos hitos astronómico-calendáricos de los incas, este menhir se encuentra en el balneario de Rocas de Santo Domingo en la costa de la zona central de Chile.

El menhir alcanza 5,30 m de altura y fue parte de un complejo astronómico.

Sobre la Piedra del Sol, Fonck Sieveking escribió: La erección de esta roca-calendario exige igualmente conocimientos astronómicos que no son de suponer en un pueblo que aún se encuentra al nivel cultural del hombre primitivo, con sus armas rudimentarias de madera, huesos y piedra. Es por eso que debemos suponer una cultura más elevada en los constructores de la Roca del Sol, que pueden ser tal vez ese pueblo misterioso que ha dejado construcciones megalíticas en diversos países de distintos continentes. Lo único raro es que estos misteriosos constructores no hayan decorado la Piedra del Sol de Santo Domingo.

Este megalito junto a los otros monumentos de Santo Domingo –como la Piedra de la Luna, el Ídolo del Mirador del Gringo y los animales totémicos–, tal como intuía Fonck Sieveking, corresponden a una cultura más elevada, es decir, un sustrato remoto pre-indígenas. Son los habitantes originarios, esto es, los paleoamericanos de cráneos dolicocéfalos. La raza primigenia.

Al igual que en Europa, los menhires en el continente americano, extraordinarios vestigios de la época prediluvial, se hayan asociados a fenómenos astronómicos –como solsticios y equinoccios– y se relacionan también con la demarcación de hitos funerarios de los ancestros míticos, es decir, con los hówen-viracochas.

Rafael Videla Eissmann
9 de Octubre de 2018


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jueves, 1 de noviembre de 2018

Sleipnir


Representación de Wotan/Odín cabalgando Sleipnir en cerro Guazú.


Como complemento de Una representación de Sleipnir en Huitramannaland-América (https://losvikingosenamerica.blogspot.com/2018/09/una-representacion-de-sleipnir-en.html) se presenta esta imagen dada a conocer originalmente por el profesor Jacques de Mahieu.

En la visión del profesor De Mahieu se trata de una representación petroglífica de de Wotan/Odin montando a Sleipnir en el cerro Guazú en Paraguay. El dios guerrero porta al parecer un lur, es decir, un instrumento musical de viento.

Llamativamente, en esta representación de Sleipnir se cuentan sólo seis patas.

De acuerdo al Mythos germano, Sleipnir puede viajar por tierra, mar y aire e incluso, conducir a Wotan a la tierra de los muertos, es decir, a Hel, a la Tierra Hueca.

Rafael Videla Eissmann
29 de Octubre de 2018


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jueves, 25 de octubre de 2018

Felipe Guamán Poma de Ayala y los indios blancos


La novena Coia, Mama Ana Uarque, “tenía su cara rredonda y hermosa y los ojos chicos y la boca chica, blanquilla, muy damada las manos y los pies, de quatro puntos”. Ilustración en la obra El Primer Nueva Corónica del Buen Gobierno de Felipe Guamán Poma de Ayala (1583-1615).


El historiador Felipe Guamán Poma de Ayala, descendiente del linaje real andino por su lado materno y de hispanos por el lado paterno, escribió el Primer Corónica del Buen Gobierno entre 1583 y 1615. Esta fundamental obra aborda innumerables fuentes de la tradición andina prehispánica.

Uno de los aspectos fundamentales trazados por Guamán Poma de Ayala se relaciona con las características étnicas de determinas figuras. Así, en la Descripción de la novena Coia, Mama Ana Uarque, que reinó hasta Chile, hasta Tarma, Chinchay Cocha, ha expresado que ella tenía su cara rredonda y hermosa y los ojos chicos y la boca chica, blanquilla, muy damada las manos y los pies, de quatro puntos. Aunque fuese enojada o rreyendo se daua golpes al pecho, deziendo “Uálgame. Ticze Uira Cocha Runa Camac! [Señor Fundamental, Creador de la Gente]”. Y ací dizen que cuando dezía estas palabras, cayýan la gente al suelo.

Y luego, sobre la segunda señora Capac Mallaquima del Ande Suyo, manifiesta que esta dicha señora, aunque son de buen talle y hermocícimas, blancas más que españolas, pero andan con pampanilla y alguna casta desnudas en cueros, que son de la casta y naturaleza, ací hombres como mugeres, y comen carne humana.

De igual forma, Guamán Poma de Ayala describiendo a algunas tribus aborígenes, estableció que los dichos chachapoyas y chunchos yndios son blanquísimos como españoles. Los yndios yungas y guanoco, guayllas, chiccay, caxatanbo, guanca, changa, aymara, canari, quispi llacta, uayro, parinacocha, pacage, andamarca, lucana son algo blanco y gentilhombres.

La segunda señora Capac Mallquima del Ande Suyo: “Esta dicha  señora…  Blanca más que española”. Ilustración
en la obra El Primer Nueva Corónica del Buen Gobierno de Felipe Guamán Poma de Ayala (1583-1615).


¿Indios blancos “como españoles”? Efectivamente. Los registros de los indios blancos en las crónicas son innumerables. Tal como se ha demostrado por medio de diversos estudios –Raza primigenia (2003), Roberto Rengifo y el Secreto de la América Aborigen. El Papel del Territorio de Chile en la Evolución de la Humanidad Prehistórica y el Origen Polar Antártico del Hombre (2007) y La Ciudad de los Césares y el misterio de los indios blancos (2012)–, estos indios blancos corresponden al elemento originario del continente, caracterizados por los cráneos de tipo dolicocéfalo y que cronológicamente, antecedieron a los indígenas braquicéfalos.

Rafael Videla Eissmann
2 de Julio de 2018


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lunes, 22 de octubre de 2018

Eduard Friedrich Poeppig sobre el sustrato civilizador pre-indígena


La denominada Dama de la Máscara, una momia huari de ‘ojos azules’ descubierta en la huaca Pucclana en Lima, Perú. Es una prueba de la existencia de los indios blancos, la población dolicocéfala aborigen del continente.


Una esclarecedora sentencia del botánico y etnólogo Eduard Friedrich Poeppig (1798 - 1868) en su Reise in Chile, Peru und auf dem Amazonenstrome während der Jahre 1827-1832 1827-1832, 1834-1836, sobre la existencia del sustrato civilizador americano al cual se superpuso, muy ulteriormente, el elemento indígena braquicéfalo inmigrado:

Las tribus cobrizas que aparecen como los poseedores actuales de un territorio que ha experimentado en tiempos relativamente modernos los mayores trastornos, no son evidentemente las mismas que han hollado este suelo.

Esta es la clave de comprensión de la historia americana: La superposición espacial de al menos dos grupos: Los dolicocéfalos (aborígenes) y los braquicéfalos (indígenas).

Rafael Videla Eissmann
22 de Mayo de 2018

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lunes, 15 de octubre de 2018

Los ugha mongulala


Rostro antropomorfo con ojos azules, pertenecientes al Complejo Jaén del sustrato cultural tiahuanacota.
Esta pieza evidencia desde la iconografía prehispánica la presencia de una población nativa blanca
(Museo de Metales Preciosos de Bolivia).



Los ugha mongulala corresponden a un grupo cultural prácticamente desconocido de la Amazonía de Brasil y Perú y de una parte de Bolivia, es decir, de una extensa zona que comprende aproximadamente desde el grado 3 de latitud norte hasta el grado 15 de latitud sur y desde el grado 65 al 73 de longitud oeste.

La tradición cultural de los ugha mongulala fue comunicada por Tatunca Nara hacia inicios de la década de los setenta del siglo XX.

La tradición expuesta por Tatunca Nara fue presentada con graves alteraciones e inexactitudes por el periodista alemán Karl Brugger en su libro La Crónica de Akakor. Relatada por Tatunca Nara, jefe de los ugha mongulala (“Die Chronik von Akakor. Erzählt von Tatunca Nara, dem Häuptling der Ugha Mongulala”), aparecido inicialmente en 1976.

Esto, pues si bien es cierto que Brugger conoció a Tatunca Nara, los “libros” (“El Libro del Jaguar”, “El Libro del Águila”, “El Libro de la Hormiga” y “El Libro de la Serpiente de Agua”) que componen la Crónica de Akakor a los que refiere Brugger, son invenciones. Así también, muchos de los personajes esbozados en la misma, tampoco son reales y considerables aspectos de los ugha mongulala son artificios lucubrados por el autor con el objeto, presumiblemente, de dar una perspectiva completa de algo que no lo es.

La tradición comunicada por Tatunca Nara refiere a dioses descendidos de las estrellas, la existencia de una alta civilización –Akakor y Akahim– en un remoto  pasado de América y al menos dos grandes catástrofes.

Las características étnicas de los ugha mongulala señaladas por Tatunca Nara sobre su pueblo son fundamentales pues él los ha descrito como “altos y blancos”. Esta descripción no es inaudita o ajena a las características de determinados grupos prehispánicos. En efecto, la existencia de población blanca nativa fue un acontecimiento tempranamente consignado por los europeos del Descubrimiento y la Conquista. Así, cronistas como José de Acosta, Gaspar de Carvajal, Pedro Mártir, Antonio de Herrera, Antonio de Montesinos, Felipe Guamán Poma de Ayala, Pedro Cieza de León, el Inca Garcilazo de la Vega, Pedro de Valdivia, Alonso de Ercilla y Zúñiga y Alonso de Ovalle, entre varios otros, atestiguaron la presencia de población blanca nativa en América. Aún más, estudios etnohistóricos desarrollados durante el siglo XX, como aquellos de Roberto Rengifo, Victor Larco Herrera, Edmund Kiss y Percy Harrison Fawcett, asimismo dan cuenta de esta población.

La clave de la comprensión tanto de la antigüedad de este grupo como su origen se halla en la información comunicada por los amautas y sabios a los cronistas. En este sentido, el historiador Pedro Cieza de León en su Crónica del Perú (1553) al referirse al portentoso Tiahuanaco –la metrópolis de los viracochas–, buscando precisar su antigüedad y el origen de sus constructores, escribió que antes que ellos reynaseen [los incas] estauan hechos: Más que ellos no podían dezir ni afirmar quién los hizo. Mas de que oyeron a sus passados que en vna noche remaneció hecho lo que allí se vía. Por esto, y por lo que también dizen auer visto en la ysla de Titicaca hombres baruados, y auer hecho el edificio de Vinaque semejante gente, digo que por ventura pudo ser que antes que los Ingas mandassen, deuío de auer alguna gente de entendimiento en estos reynos, venida por alguna parte que no se sabe, los quales harían estas cosas, y siendo pocos y los naturales tantos, serían muertos en las guerras.

Cieza de León ha expuesto además que en la ysla de Titicaca en los siglos pasados ovo unas jentes barvadas blancas como nosotros; y que saliendo del valle de Coquimbo, un capitán, que avía por nombre Cari, allegó a donde agora es Chuquyto, de donde después de haber hecho algunas nuevas poblaçiones pasó con su jente a la ysla y dio tal guerra a esta jente que digo que los mató a todos. Chiriguama, governador de aquellos pueblos, que son del Emperador, me contó lo que tengo escrito.

¿“Hombres blancos” y “barbados” en la América prehispánica? Claro que sí. Se trata del elemento primordial del continente y que como bien ha argüido el antropólogo Paul Rivet, basándose en las informaciones expuestas tanto en las crónicas como en la iconografía prehispánica y en las relaciones de los indígenas, en muchas regiones, la tradición conservaba el recuerdo de hombres blancos y barbados que habían precedido a las poblaciones actuales, especialmente en Perú, en la región de Guamanga y en las islas del Titicaca.

Los indios blancos, como se ha fundamentado a través de los registros en crónicas y fuentes etnohistóricas y por medio de la iconografía prehispánica, fueron los descendientes de los dioses, de los huarijochas (viracochas). Ellos fueron los impulsores de esa civilización extraña y superior de la cual emanaron en remotas edades, las altas culturas del continente.

Rafael Videla Eissmann
14 de Octubre de 2018


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lunes, 8 de octubre de 2018

Diego Barros Arana y la antiquísima civilización pre-indígena de América


La Puerta del Sol de Tiahuanaco, la metrópolis de los viracochas. Tiahuanaco
- Puma Punku es uno de los muchos sitios pre-indígenas de América.


La existencia del hombre en América en una época muy remota, está comprobada por los vestigios de una antiquísima civilización, cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos. Se hallan en diferentes partes del suelo americano ruinas monumentales de construcciones gigantescas, a las cuales no se puede asignar razonablemente una edad probable sino fijándola en algunos millares de años. He llegado a sostener con razones cuyo peso no es posible desconocer, que cuando los otros continentes estaban habitados por salvajes nómadas de la Edad de Piedra, América se hallaba poblada por hombres que construían ciudades y monumentos grandiosos, manifestaciones de un estado social muy avanzado.

Esa remotísima civilización, que ha debido ser la obra de una incalculable serie de siglos, es de origen exclusivamente americano. De cualquiera parte que provenga el hombre que habitaba nuestro continente, parece fuera de toda duda que su cultura nació y se desarrolló aquí, sin influencias extrañas, que aquí formó sus diversas lenguas, creó y perfeccionó en varios puntos instituciones sociales que suponen una elaboración secular, y que levantó las construcciones cuyos restos no pueden verse sin una respetuosa admiración.

Sin embargo, las tradiciones de los pueblos americanos a la época de la conquista europea, no podían dar una luz medianamente segura sobre los orígenes de esa civilización, y sobre la época de su nacimiento y de su desarrollo. Los mounds, o construcciones piramidales que se hallan en abundancia en Estados Unidos, los majestuosos palacios de Copán y de Palenque en la América Central y los de Tiahuanacu, entre muchos otros que no tenemos para qué recordar, contemporáneos a los menos a las pirámides de Egipto, desiertos y arruinados ya a la época de la conquista europea, no eran la obra de la civilización que ésta encontró en pie. Las poblaciones indígenas que en el siglo XVI habitaban los campos vecinos de aquellas venerables y misteriosas ruinas, ignoraban la historia de éstas o sólo tenían tradiciones fabulosas e inconexas sobre la civilización anterior que había levantado esas construcciones. Las inscripciones que se encuentran en ellas no han podido ser interpretadas de una manera satisfactoria. Las poderosas monarquías de los aztecas y de los incas, a las cuales no se puede dar una gran antigüedad, ya que los diversos ensayos de cronología les asignan sólo una duración de unos pocos siglos, habían sido formadas con los restos salvados de una civilización mucho más lejana, y lo que es más notable, mucho más adelantada. Aquella antigua civilización había atravesado una o varias crisis, de que comenzaba a salir cuando la conquista europea vino a destruirla.

Diego Barros Arana
Historia general de Chile (1884-1902).


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sábado, 29 de septiembre de 2018

Una representación de Sleipnir en Huitramannaland-América


Sleipnir. Izquierda: Representación petroglífica del caballo de ocho patas en Colorado, Estados Unidos. Derecha:
La Piedra de Tjängvide, descubierta en Gotland, Suecia, con la representación de Odín montando a Sleipnir
en las puertas del Walhalla.


Hijo de Loki y Svaðilfari, el corcel de ocho patas Sleipnir nació en Ásgarðr, el Recinto de los Æsir. Perteneció a Odín, el señor de las runas.

Tras la muerte de Baldur ocasionada por el propio Loki, el asen Hermðór –hermano de Baldur– montó a Sleipnir y cabalgó durante nueve noches a través de profundos y oscuros valles en los que Hermdór no podía ver cosa alguna. Cruzaron el puente del río Gjöll y Gjallarbrú donde se encontraron  con Móðguðr, la doncella protectora del puente. Luego prosiguieron hasta llegar al dominio de Hel –el Inframundo, la Tierra Hueca–, cruzando su umbral –la apertura polar–. Allí pidió a Hel el retorno de Baldur a Ásgarðr.

Hel asintió pero pidió que todos los seres –animados e inanimados–, lloraran por el asen muerto.

Así lo hicieron todos, menos la espantosa giganta Thokk –Loki disfrazado–.

Baldur permanecerá entonces en el Helheim hasta el Ragnarökkr, el Destino Final de los Dioses.

La evocación del galope de Sleipnir se observa en esta fabuloso petroglifo en uno de los valles de Colorado, en Estados Unidos. Un Hombre-Sol –representado como un círculo con una cruz inscrita o ‘cruz celta’– monta al portentoso corcel, que bien puede ser Odín encabezando la marcha de los 432.000 Einherjer.

Un eco de la tradición de los germanos en Huitramannaland.

Y el himno de la Gran Guerra entre los Hijos de la Luz y los Demonios.

Rafael Videla Eissmann
26 de Junio de 2018


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domingo, 16 de septiembre de 2018

“Dioses-demonios”


El “dios-demonio” en el códice Magliabechiano.


Siguiendo la noción del enlace anterior –“Huitzilopochtli”–, los códices Magliabechiano y Tudela presentan la imagen de un “dios” devorador de humanos. Aun cuando son parte de un mismo corpus del período colonial temprano, indudablemente la información contenida es de origen prehispánico.

Ahora bien, el “dios” devorador y quien se le ofrendan los humanos, es de mayor dimensión que sus acólitos, posee garras en vez de dedos en manos y pies y lleva asimismo un gran tocado. En la lámina del códice Magliabechiano este dios-demonio de color verdoso parece que ha sido liberado de un de una habitación o espacio –adviértanse las tiras rojas en sus extremidades–, mientras que en el códice Tudela aparece sobre una especie de estructura piramidal.

El “dios-demonio” en el códice Tudela.


Pues bien, ¿qué relación puede haber entre el Dios Increado Itzamná y estos dioses-demonios antropófagos o más precisamente, con estos seres que se alimentan de sangre y de los sacrificios humanos (“dioses-vampiros”)? Al igual que en otras regiones de América y del globo, los “dioses-demonios” han suplantado a la Deidad Suprema y astutamente han sido posicionados en los templos. Pues, ¿cómo se produce el ‘cambio’ entre la ritualidad naturalidad hacia la Divinidad Creadora y sus diversas manifestaciones y luego, los sacrificios y la fagocitación de los “dioses” que no son tales, sino entidades que necesitan alimentarse de la sangre? El mismo proceso se descubre en la tradición de los araucanos de Chile y el Dios Supremo Chao Ngnechén que ulteriormente pasa a ser ‘alimentado’ con animales y humanos por los mapuche. El fenómeno, por cierto, es general en la América prehispánica. Las interrogantes son fundamentales: ¿Cuándo y cómo se produjo la ‘sustitución’? ¿Quiénes fueron sus impulsores y ejecutores?

Al igual que el ídolo “Huitzilopochtli” presentado en la Description de l’Univers (1683) de Alain Manesson Mallet y en Staat von America (1714) de Caspar Gottschling, el “dios” de los sacrificios en los códices Magliabechiano y Tudela es en realidad un demiurgo.

Rafael Videla Eissmann
16 de Septiembre de 2018


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jueves, 13 de septiembre de 2018

Huitzilopochtli


 Uitziliputzili en la obra de Alain Manesson Mallet
Description de l’Univers (1683).


Huitzilopochtli fue el gran dios solar de la guerra de los mexica. Hijo de Coatlicue, Huitzilopochtli es uno de los cuatro tezcatlipocas –junto a Xipetótec, Quetzalcóatl y Tezcatlipoca–.

Fue el tezcatlipoca azul y su reino sagrado o “punto cardinal”, el sur. Poseyó el poderoso báculo Xiuhcóatl o “Serpiente de Fuego”.

Huitzilopochtli fue quien ordenó a los mexicas –originarios de la mítica Aztlán–, fundar su reino donde estuviera “un águila posada sobre un nopal devorando una serpiente” (Véase en este sentido la fascinante Tira de la Peregrinación).

Uno de los dos espacios ceremoniales del Templo Mayor o Huēy Teōcalli de Tenochtitlán estaba dedicado precisamente a este hombre-dios. El otro se destinaba a Tláloc.

Ahora bien, llamativamente, algunas representaciones europeas –para precisar, Uitziliputzili y Viztlipuztli idolum Mexicanorum en Description de l’Univers (Thierry Denys. París, 1683. Este misma ilustración apareció luego en Roman regalía de 1735) de Alain Manesson Mallet y Staat von America (Renger. Halle, 1714) de Caspar Gottschling, respectivamente–, muestran a Huitzilopochtli como un gigantesco ser de naturaleza híbrida –rostro, torso y brazos humanos; alas y extremidades de artiodáctilos–, el cual porta un tocado de plumas y sostiene en su mano derecha un escudo y una rama en tanto que en su mano izquierda porta una especie de antorcha.

Además, Huitzilopochtli lleva el rostro de un felino a la altura de su estómago.

Viztlipuztli idolum Mexicanorum en Staat von America (1714)
de Caspar Gottschling.

El dios Huitzilopochtli en el Códice Tudela.

Huitzilopochtli en el Códice Tovar.

Detalle de la ilustración la obra de Alain Manesson Mallet.


Evidentemente, algunos podrán argumentar que esta representación de Huitzilopochtli obedece a las caracterizaciones e iconografía propias de la demonología realizadas por los misioneros y sacerdotes cristianos. Pero, ¿es ello efectivamente cierto? ¿Es posible, más bien, que éstos hayan atribuido a otro ser el nombre de Huitzilopochtli, el «dios colibrí» del sur? Resulta paradójico, pues de hecho las mentadas representaciones –es un solo motivo– no guardan relación alguna con las efigies prehispánicas de esculturas o códices del dios Huitzilopochtli.

¿Entonces a quién o a qué se ha representado? ¿Es el ídolo el tezcatlipoca azul, el «dios colibrí» del sur? No se trataría de Huitzilopochtli sino de la representación o evocación de un dēmiūrgus, de un ignoto ‘dios-demonio’ asentado en el antiguo México.

Rafael Videla Eissmann
12 de Septiembre de 2018

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miércoles, 5 de septiembre de 2018

“La Torre de Hércules” en la Coruña: Apreciaciones de Roberto Rengifo sobre la obra de Francisco Tettamancy Gastón


Grabado europeo del siglo XVIII del encuentro con los gigantes patagones. Éstos
últimos son los chiles, es decir, los viracochas o Dioses Blancos.


En los Extractos de las comunicaciones y las conferencias de la Sociedad Científica de Chile de 1920, se señala:

El señor Rengifo comenzó por manifestar que iba a hacer un comentario sobre el libro de La Torre de Hércules, concerniente a un faro prehistórico del puerto español de La Coruña, que había recibido de su autor el escritor español don Francisco Tettamancy Gastón, por intermedio del Secretario General de la Sociedad Científica, libro que hacía referencias a los estudios sobre escrituras rupestres o petroglifos, publicados en las “Actes” de la Sociedad, las cuales habían llegado a España a tiempo para reforzar las teorías interpretativas del señor Cabré y Aguiló, especialista paleógrafo de la península ibérica.

Se extendió el señor Rengifo sobre el paralelismo de las escrituras prehistóricas, en rocas, entre España y Chile y sobre los faros primitivos, columnas ardientes sinónimas del nombre Hércules Egipcio, tenido como personaje constructor de ese primer faro. Hizo interpretaciones de otros nombres, como Britania, igual “Dos costas” y “Coruña”, igual a “Señora del Espíritu del Agua” o “Perla del Mar”, apoyándose en el significado de las raíces de la América Antártica. De aquí dedujo también que había habido emigraciones marítimas de Sudamérica a España y que éstas las efectuaron los arios de Can (aristocracia de los obreros primitivos de estas costas del sur), haciendo estación previa en las Canarias.

Ilustró en el pizarrón el capítulo sobre los petroglifos.

El señor Blanchard-Chessi manifestó, después de apreciar el esfuerzo del señor Rengifo para sustentar las teorías que defiende, que le llamaba la atención la insistencia con que el señor Rengifo explicaba el significado de algunas palabras españolas atribuyéndoles etimologías de carácter araucano, y así, en la palabra co-ruña decía que co (partícula mapuche), significa agua. Le rogó al señor Rengifo manifestar si atribuía el mismo origen a otras partículas idénticas pertenecientes a palabras hispanas y americanas, como por ejemplo en la palabra “México”.

El señor Rengifo replicó que podía presentar una cuantiosa lista de palabras de todo el mundo cuyo significado se explicaba perfecta y adecuadamente con estas raíces antárticas monosilábicas de articulación directa y que la lengua española era la más categórica en su forma y en la que cuadraban mejor.

* * *

Estos son los ecos de la historia de los arios de Can, la aristocracia de los obreros primitivos de estas costas del sur surgidos del Chili-Mapu.

Rafael Videla Eissmann
21 de Mayo de 2018


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sábado, 25 de agosto de 2018

La runa Odal en un textil araucano


 La runa Odal en un textil araucano del sur de Chile.


La presencia de la runa Odal en este textil araucano del sur de Chile resulta significativa pues corrobora la existencia en el mundo prehispánico de un sustrato cultural no indígena y que se encuentra emparentado con el gran árbol indogermano. Son los paleoamericanos dolicocéfalos, quienes emprendieron una marcha civilizadora a distintos puntos del globo. Son las fundamentales premisas desarrolladas por eximios investigadores como Emeterio Villamil de Rada, Francisco P. Moreno y Roberto Rengifo, entre otros.

Aún más: Este símbolo rúnico evidenciaría la relación entre la estirpe divina de los antuipanko del Chili-Mapu y los aesir de Germanie pars.

Pero, ¿cuál fue el origen? Fray Gregorio García en el Origen de los indios del Nuevo Mundo de Indias Occidentales (1607) estableció que los habitantes del país de Frislandia o de la Frisia fueron los primeros pobladores de Chile.

La runa Odal.


En el extenso estudio Los aborígenes de Chile (1882), el historiador José Toribio Medina ha indicado que Sufrido Pedro en De Frisi antiquit et origine (1698), apoyaba la misma teoría de fray Gregorio García, determinando que supuesto la destreza en la navegación y del deseo de ver cosas nuevas, no es difícil deducir que los indios de Chile y aún los del Perú descendían de los frisios. Este hecho se reforzaría porque la india Glaura, informante de Alonso de Ercilla y Zúñiga, le aseveró que era descendiente de la antigua sangre de Frisia, según los versos del canto XXVIII de La Araucana (1574):

Mi nombre es Glaura, en fuerte hora nacida,
hija del buen cacique Quilacura
de la sangre de Frisio esclarecida .

Y más abajo:

Trajo á mi tierra y casa á Fresolano,
mozo de fuerzas y ánimo valiente,
de mi infelice padre primo hermano
y mucho más amigo que pariente…,
saliendo Fresolano en mi presencia.

Y de Friso parece derivaba el nombre de Fresolano, que usaba la familia de que hace mención Alonso de Ercilla. Además de estas aseveraciones, el nombre Chile o Chili significa frío, y lo mismo en Frisia. Y, por fin, las águilas de dos cabezas, de que antes hemos hecho mención, existían en Chile cuando llegaron los españoles y en Frisia eran vulgares estas figuras.

¡Ecos de la remota historia del Chili-Mapu!

Rafael Videla Eissmann
25 de Junio de 2018


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lunes, 20 de agosto de 2018

Araucanos-Buttnmandl


 Los Alpes.


Extraordinarios registros fotográficos evidencian representaciones araucanas de nombre desconocido las que guardan clara similitud con los Buttnmandl de la tradición panteísta del sur de Germania (Véase al respecto: http://losvikingosenamerica.blogspot.com/2015/06/araucania-berchtesgaden.html).

Esta semejanza permite vislumbrar una remota conexión entre los Andes y los Alpes, montañas sagradas en las tradiciones del sustrato dolicocéfalo primordial de ambas regiones.

El Cordón Dorado.


Las fascinantes representaciones araucanas (Ca. 1900).

Los Buttnmandl del sur de Alemania y Austria. La similitud entre las representaciones
de la Araucanía y los Buttnmandl son evidentes.


Mas, ¿cuál es el significado de estas representaciones en la Araucanía? ¿Cuál es su origen? ¿Cuál fue el modelo inicial a partir del cual se realizaron estas representaciones? ¿A qué rito pertenecían? ¿Existe aún alguna ceremonia araucana que preserve el conocimiento de estas representaciones?

Sólo la luz del Mythos puede proyectar una aproximación al misterio de la Ante-Historia.

Rafael Videla Eissmann
9 de Junio de 2018


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domingo, 5 de agosto de 2018

El culto a los antepasados


 Tótems antropomorfos y astrales de los antiguos araucanos
(Fotografía de Odber Heffer Bissett. Sin fecha).


El sustrato cultural originario de la tradición araucana se remonta a los lituche o glyche, el principio de la generación de los hombres, o los hombres primitivos o del principio, como consignaba Juan Ignacio Molina en su Compendio de la historia geográfica, natural y civil del Reino de Chile (1776). 

Este sustrato corresponde a quienes resistieron al último Diluvio o Tripalafquén. La Gran Agua.

Familia araucana en torno al rehue (Archivo Museo Mapuche
Juan Antonio Ríos, Cañete, Chile).

Una machi y su kultrún, junto al rehue (Archivo Museo
de Historia Natural de Santiago).


Resguardadores de los conocimientos de la edad previa, devienen en figuras míticas, es decir, héroes civilizadores u hombres-dioses.

Las poblaciones post-diluviales araucanas los invocaban con los siguientes mantrams tal como informa el abate Molina: En sus congregaciones los invocan, junto con sus divinidades, entonando en alta voz: Pom, pum, pum, Mari epunamun, animalhuen, peñi Epatun.

La remota conexión con los Himalayas.

De ellos, esto es, los ancestros o antupainko proceden las raíces culturales de los grupos post-diluviales, herederos de sus símbolos y tradiciones o Admapu. De allí la razón que el etnólogo Ricardo Latcham en La organización social y las creencias religiosas de los antiguos araucanos (1922) considerara apropiadamente que el culto a los antepasados era la verdadera religión para los araucanos.

Rafael Videla Eissmann
12 de Julio de 2018


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miércoles, 25 de julio de 2018

¿La representación del combate entre ThrengThreng y KaiKai en un anillo romano?


El fascinante anillo de origen romano con la representación de la oposición
entre dos serpientes: ¿ThrengThreng y KaiKai? 


Una extraordinaria pieza presente en la fabulosa exposición El Mito de Roma de la Colección Museos Vaticanos que tuvo lugar en el Centro Cultural Palacio La Moneda en Santiago de Chile (7 de Noviembre de 2017 – 11 de Marzo de 2018) presenta una expresiva coincidencia con un símbolo de la tradición lituche-araucana de la zona centro-sur de Chile: El combate mítico entre ThrengThreng y KaiKai. Es decir, la lucha entre la sierpe benefactora de los hombres y aquella que busca su destrucción.

Tripalafquén.

Ello, por cuanto la pieza en cuestión es la refinada representación en plata de la lucha precisamente de dos serpientes dispuestas una frente a la otra en una clara señal de oposición. 

El anillo romano. 


La leyenda que acompaña esta pieza indica:

Anillo decorado con dos cabezas de serpiente contrapuestas
Siglo I. d. C.

Pertenecía a la colección Falcioni; fue adquirido por los Museos en 1898. Plata. Museo Gregoriano Etrusco. Pabellón Belvedere. Inventario Nº15945.

La joyería decorada con serpientes era bastante común y anillos semejantes fueron encontrados en todo el mundo romano. La serpiente animal ctónico, propio de la tierra y del Inframundo, podía asumir un rol protector, encarnando también al dios de la medicina, Asclepio. En este caso se consideró asociarlo a Isis (Sabina Francini).

Ahí donde el observador transitorio de la historia cree ver una mera coincidencia, el conocedor atento descubre las relaciones fundamentales del lenguaje arquetípico que asciende fulminante desde el Mythos y las remotas relaciones entre América y Europa.

Rafael Videla Eissmann
18 de Julio de 2018


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