sábado, 17 de marzo de 2018

“Chile, fértil provincia y señalada en la región antártica famosa”


 Detalle del mapa de Oronteus Finaeus de 1531 donde se observa el continente polar,
la “región antártica famosa”.


El profesor Roberto Rengifo en su obra Los chiles (1921) vislumbró el origen de la humanidad en la Antártida, asentando en consecuencia la sugestión consecuente del origen antártico de la civilización. Por estas razones, Rengifo ha denotado que no ofuscándose con los dogmas preestablecidos, especialmente por el que ha querido imponer que la población americana ha tenido origen en Asia, y que el movimiento de migración ha sido de norte a sur; se queda con el criterio libre para juzgar mejor el encadenamiento de los hechos que día a día nos van revelando los estudios antropológicos de las regiones últimamente exploradas.

Es el mismo espíritu del hombre el que establece sus dogmas según sus sentimientos, y lo hace para explicarse de manera fácil y grata lo que él desea que sea o haya sido, y aún lo que será. Así es como cada raza y cada imperio predominante han escrito la historia y el génesis de la humanidad: Cada raza, cada imperio, cada civilización y cada religión, han tratado de hacerse origen universal de todo.

(…)

Hoy, por conveniencia y por orgullo mal fundado, es el hemisferio norte el que se atribuye todos los orígenes; desgraciadamente para ellos, sin verdaderos fundamentos. Nosotros, del hemisferio antártico y especialmente los americanos australes, tenemos también el derecho, ya que vamos siendo cada vez más conscientes, de desenterrar verdades y, exhibirlas como dogmas mucho más concordantes con la explicación fácil y sencilla de los hechos: La civilización nació en América y fue de sur a norte; este es el principio fundamental que propongo, y que según creo, es verídico, y aclara y evidencia todos los hechos arqueológicos.

Puede ser que más tarde aparezca en Australia otro principio más comprensivo, que nos explique hasta el origen polar antártico de la humanidad, desarrollada en su casquete de tierras hoy dislocado.

Estos párrafos corresponden a las primeras referencias del origen antártico y al desarrollo de la civilización desde el austro al septentrión, hecho que llevó a Rengifo a manifestar que la civilización nació en América y fue de sur a norte; este es el principio fundamental que propongo, y que según creo, es verídico, y aclara y evidencia todos los hechos arqueológicos.

Significativamente, fragmentos prácticamente desconocidos de esta antiquísima historia se reconocen en enigmáticas fuentes como la argüida por Alonso de Ercilla y Zúñiga en el canto épico del Chili-Mapu, La Araucana (1574):

Chile, fértil provincia y señalada,
en la región antártica famosa,
de remotas naciones respetada,
por fuerte, principal y poderosa
la gente que produce es tan granada,
tan soberbia, gallarda y belicosa,
que no ha sido por rey jamás regida
ni a extranjero dominio sometida.

En la región antártica famosa. Es decir, conocida. ¿Es esta referencia de De Ercilla y Zúñiga del continente antártico un mero capricho? Fuentes contemporáneas y posteriores dan cuenta asimismo del conocimiento –al menos parcial– de la región antártica famosa como son los “mapas imposibles” de Francesco Rosselli (1508-1521), Piri Reis (1513), Lopo Homem (1519), Orontius Finaeus (1531), Gerard de Jode (1593), Matthias Quad (1600) y Phillippe Buache (1739), o bien, el mapa Mundus Alter et Idem, de Mercurio Britannico de 1605. Estos mapas en su conjunto muestran un adelantado conocimiento geográfico y de la toponimia en extensas zonas del continente blanco, aun cuando la Antártida no fue oficialmente “conocida” sino hasta 1799 por el capitán inglés Cook, o por Fabian Gottlieb von Bellingshausen Mikhail Lazarev en 1820 o un año más tarde por John Davis.

Texto del impreso original de La Araucana (1574) de Alonso de Ercilla y Zúñiga.


La región antártica famosa es la patria de los chili-viracochas. Los hombres-dioses de la América Austral. De Huitramannaland.

Por lo demás, el sentido sur a norte de la civilización aducido por Roberto Rengifo se encuentra positivamente en otros historiadores e investigadores quienes han arribado a similares conclusiones. Así, el arqueólogo de origen suizo Adolf Bandelier señaló que los viracochas constructores de Tiahuanaco-Aztlan se originaron en Chiloé (Chilihue: Lugar de los chiles); o bien, según lo ha manifestado la estudiosa del mundo andino María Rostorowski, el avance de los viracochas es de sur a norte.

Rafael Videla Eissmann
10 de Marzo de 2018


* (Los textos de http://losvikingosenamerica.blogspot.com/ son exclusivos.
Se prohíbe su reproducción).

sábado, 10 de marzo de 2018

Sobre la antigua población de Chulín en la Patagonia


 Detalle del mapa de Petrus Bertius del Estrecho de Magallanes (“Fretum Magellanicum”, 1602)
donde se observan a dos gigantes o viracochas en el Patagonum Regio en Chiloé continental.


En el texto intitulado Los thalers holandeses de Chiloé escrito por Marcelo Fuentes Sepúlveda y publicado en Historias acuñadas de la Asociación Numismática de Chile (Anuario 2009) se indaga parcialmente la presencia de población de características étnicas distintas a las indígenas en el sur de Chile y su probable procedencia europea. Sin embargo, se vislumbra su origen local, es decir, aborigen. 

Una resonancia de la población autóctona del Chili-Mapu y una corroboración más de la existencia de los chiles de las Guaitecas que enunciara el profesor Roberto Rengifo.

Ubicación de la isla Chulín en el archipiélago de Chiloé.


De esta manera, Marcelo Fuentes Sepúlveda ha señalado en torno a la población de la isla Chulín –una de las seis islas Desertores, el conjunto más oriental de islas del archipiélago de Chiloé–, en Chaitén, en la Patagonia chilena: En la población de Chulín (cien habitantes), por ejemplo, es frecuente la presencia de personas rubias con ojos azules. Esto, sin embargo, no prueba esta relación [con población europea], porque las crónicas de la época de la conquista española recuerdan la presencia de grupos mapuches rubios (la totalidad de la población de Boroa). E incluso en las “cartas anuas” de los misioneros jesuitas que se asentaron en Chiloé desde 1606, en varias ocasiones se afirma que “la piel de la población araucana de Chiloé es muy clara, de modo que los niños indígenas son indistinguibles de los niños españoles” (Marcelo Fuentes Sepúlveda, Los thalers holandeses de Chiloé. En: Historias acuñadas de la Asociación Numismática de Chile. Anuario 2009. Editado por Gamalier Varela. Santiago de Chile, 2009. Página 24).

Rafael Videla Eissmann
16 de Febrero de 2018


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Se prohíbe su reproducción).

lunes, 5 de marzo de 2018

Una araucaria en la obra La Anunciación de Leonardo da Vinci


 La Anunciación (1472-1475) de Leonardo da Vinci. Justo sobre el ala
del ángel se observa una araucaria.


Significativamente, la fabulosa obra de Leonardo da Vinci La Anunciación (1472-1475), la cual describe la aparición del ángel y la fecundación partogénica de la diosa-madre, contiene diversas figuraciones simbólicas de gran trascendencia, entre las cuales se reconoce la singular presencia de un pehuén o araucaria (Araucaria araucana), especie endémica de América del Sur aun cuando se encuentra en otras regiones del hemisferio austral –el Núcleo Zoogénico Antártico-Patagónico enunciado por el geólogo, botánico y arqueólogo Francisco P. Moreno en 1882), siendo la representación de Da Vinci quizás más próxima a la araucaria heterophylla, llamada comúnmente araucaria excelsa, araucaria o pino de la Isla Norfolk perteneciente a la antigua familia Araucariaceae. Esta especie fue inicialmente registrada por el capitán James Cook hacia 1774 cuando su expedición descubrió la Isla Norflok, situada 1400 km al este de Australia.

Detalle de la araucaria en la obra de Leonardo da Vinci.

Comparación gráfica.


Entonces, ¿cómo pudo representar Leonardo da Vinci una especie que al menos de acuerdo a los cánones de la historiografía ortodoxa era desconocida en Europa? ¿Se trata sólo de una coincidencia o la expresión de una eximia imaginación pictórica? La representación trazada por Da Vinci es certera y guarda plena relación con las características botánicas de la araucaria. En este sentido, ¿qué conocimiento hubo en círculos iniciáticos de Europa sobre América-Huitramannaland antes del “Descubrimiento” de 1492? ¿Cómo pudo Da Vinci conocer esta especie? Además, ¿qué motivó su representación en la fabulosa obra de La Anunciación? ¿Qué significado encubre? Quizás una hebra se puede rastrear sobre una suerte de ignoto conocimiento en torno a América y el hemisferio austral: ¿Acaso Alonso de Ercilla y Zúniga no escribió acerca de la región antártica y famosa en La Araucana (1574) siglos antes del “descubrimiento” de la Terra Australis? Lo mismo acontece con los mapas imposibles de décadas posteriores como el de Francesco Rosselli (1508-1521), Piri Reis (1513), Lopo Homem (1519) y Orontius Finaeus (1531) que dan cuenta del conocimiento de la Antártida, el Continente de la Luz.

Ilustración de Juan Ignacio Molina de tres especies nativas: Palma chilena, pino chileno y culén. El segundo corresponde a la araucaria araucana (Compendio della storia geografica, naturale, e civili del Regno del Chile. Nella stamperia di S. Tommaso D’Aquino, Bologna, 1776).


Se colige, en consecuencia, un remoto conocimiento en determinados núcleos europeos sobre el continente americano anterior a la empresa colombina que ha sido ignorado por las corrientes historiográficas imperantes.

Rafael Videla Eissmann
15 de Febrero de 2018


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jueves, 1 de marzo de 2018

La Bandera Mágica de Chile y el símbolo de la Estrella de Venus


 La bandera de la Jura de la Independencia de Chile (12 de Febrero de 1818), con el símbolo de la estrella de Venus
al interior del pentagrama. Es el símbolo de la Divinidad de Dos Caras.


Diversas interpretaciones y estudios se han elaborado sobre el simbolismo de la bandera de la Jura de la Independencia de Chile –12 de Febrero de 1818– en torno a sus dimensiones, colores, proporciones y significados. Es una base. Lo fundamental, en realidad, es la presencia del símbolo de la estrella de ocho puntas, es decir, del símbolo de Venus, la Patria Astral de los primigenios habitantes del Chili-Mapu.

El símbolo de los Caminantes de la Aurora.

El primigenio símbolo de la estrella de los chiles es una evocación del símbolo celeste: El Lucero de la Mañana y de la Tarde. Tanto la antigüedad de esta representación como sus posteriores y variadas estilizaciones en numerosos campos culturales desde Tierra del Fuego a Alaska, revela la importancia que cobija este signo como fundamento del origen y del destino. Ciertamente, la importancia del símbolo venusino se halla extensamente difundida a nivel panamericano: Es la estrella doble de Yephun-Oiehuen, también llamada Wüñülfe (otra grafía es Guñelve) por los araucanos, herederos de la tradición cultural –Epeu y Nütram– de los antiku-pu-che –los Hijos del Sol– y de los lituches, los hombres del comienzo; conocida más arriba en latitud como Čauk-kola por los uros; Quyllur o Estrella Solitaria en la tradición aymará y Ch’aska Quyllur de los quechuas e incas; los quichés la describieron como la Gran Estrella o Icoquih; los mayas, en tanto, la reconocieron en sus diferentes fases: Xux Ek (la “Estrella Avispa”), Nok Ek (la “Gran Estrella del Firmamento”), Sastal Ek (la “Estrella Brillante”), Chac Ek (la “Estrella Roja del Horizonte”) y Ahzab Kab Ek (la “Estrella Matutina”), concepción vinculada con Chaac, Deidad de la Lluvia; es la Gran Estrella o Huey Citlalín de los aztecas asociada a Ehecatl –también vinculado a la lluvia–, una de las manifestaciones del kukulkán Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada.

La Estrella de la Mañana fue venerada también por las tribus guerreras y solares de América del Norte como los pawnee, los osages, cheyenne y lakota sioux.

Ahora bien, el sincretismo de la tradición aborigen y gótico-hispana en Chile se observa en el culto de la Virgen del Carmen, evocación de la Wüñülfe Kushe, es decir, el Lucero de la Mañana –la “Diosa Venus”, Mapullunque–. Su símbolo fue estampado al interior del pentagrama de la bandera de la jura de la Independencia de Chile el 12 de Noviembre de 1817, día de la Virgen del Carmen. De allí que la Virgen del Carmen, el Lucero de la Mañana, sea la Patrona del Ejército de Chile. En este sentido, el antropólogo Rolf Foerster, basándose en informantes de origen mapuche, ha escrito que la Virgen del Carmen, como madre, es la salvadora no sólo de los mapuches, sino de todo el país: “La Virgen María es nuestra madre, porque nacimos de una madre. La Virgen del Carmen fue la salvadora de nuestro país cuando se iba a perder la guerra [la Guerra del Pacífico, 1879-1883 contra la alianza de Perú y Bolivia]. Ella nos guía y nos salva de toda enfermedad” (Rolf Foerster, Introducción a la religiosidad mapuche (1993). Página 78).

Detalle de la bandera con el símbolo de la estrella de ocho puntas.


El símbolo de Venus es así la representación de Wuñelvefucha/Wuñelvekushe, es decir, la Deidad de Dos Caras, Dios-Diosa (EL-ELLA) del astro de Wüñülfe–, la estrella helíaca de Lucifer, portadora de la luz, emblema sagrado de los hombres-dioses de la tradición áurea cuya civilización prediluvial se esparcirá de sur a norte, sentando las bases de las culturas prehispánicas.

Es el símbolo de Chile y sus habitantes.

Rafael Videla Eissmann
12 de Febrero de 2018


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Se prohíbe su reproducción).